miércoles, abril 25, 2007

La Madonnita, de Mauricio Kartun.

Bernard Shaw dijo alguna vez que el teatro es el espejo del alma. Uno lo ve y ese algo moviliza nuestro ser. Pero, ¿qué ocurre cuando uno lee un texto teatral? ¿Pasa a ser literatura o se transforma en un híbrido? Esta introducción no quiere presentar un texto que habla sobre el tema, sino una obra de teatro editada, que está tan bien escrita que fluye como una representación.La Madonnita, de Mauricio Kartun (estreno: Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, octubre del 2003) estuvo durante tres años en cartel, cosechó diversos premios y nominaciones, y además, para la felicidad del público ávido de lectura, Editorial Atuel editó su texto.Una puta coja y muda, mujer de un fotógrafo que le saca fotos con otro hombre, más un vendedor de porno en los suburbios (según Kartun, “un universo Arltiano”), son los tres personajes de esta obra que se lleva a cabo en un estudio fotográfico de comienzos del siglo XX. Lo que pasa allí dentro, mejor ni adelantarlo.Lo que sí quiero decir para finalizar es que Kartun, uno de los grandes dramaturgos contemporáneos, supo mantener lo que algún día dijo Shaw, y defenderlo fuera de la puesta en escena, en ese texto donde la puesta la hacemos cada uno de nosotros, al tener el libro en nuestras manos, más o menos a la altura de los ojos.

Ignacio Olguin.